ENLAPUTACALLE

Los satelukos hemos creado este blog para que todos podamos votar y seleccionar el mejor discurso de despedida, porque aquí sí podemos elegir. Ya sabéis que en el satélite cada día echan a un compañero, así que no perdáis la oportunidad de decir la última palabra. Que no nos gane la desidia. ¿Quién se atreve a romper el silencio?

Wednesday, May 03, 2006

MI NUEVA ALCOBA

Hola, esta historia comienza en mayo del siglo noveno de nuestra era. Todo parecía muy bonito en el mundo maravilloso de Astac, las tiendas estaban repletas de gente, en las calles había risas por cualquier esquina y los niños y niñas experimentaban sus primeros juegos, pero…. como toda historia tiene su lado oscuro, pero por ahora no os lo voy a contar, llegará pronto.

Este año prometía, ocupación nueva de aprendiz en la tienda de mis tíos, un par de comidas calientes al día y un rincón donde poder dormir y divagar en las noches largas de invierno.

Llovía y hacía mucho frío en la casa, sus paredes de madera y su tejado de paja apenas podía guarecernos del frío, pero comida tenía y con eso podía estar contento. Una noche de este primer invierno en el nuevo hogar, no podía dormir me puse a mirar por la ventana, y veía como el viento agitaba las ramas desnudas de los árboles, y gotas de agua caían por la ventana de mi cuarto. Todo estaba a oscuras y oía como el viento agitaba la puerta del granero; los lobos aullaban a lo lejos y Petro, el perro de mis tíos, les respondía.

Me abrigué y bajé a cerrar la puerta del granero, llovía a cantaros y la manta que había cogido para guarecerme, acabo calada en mi pequeño viaje. El viento agitaba fuertemente la doble puerta del granero, y apenas podía coger ambas puertas. A duras penas logré cerrarlas, y cuando volvía hacía la casa, observé en el horizonte una luz muy brillante. Continuaba lloviendo a cantaros, pero el brillo de la luz hizo que cambiara de dirección. Comencé a dirigirme hacia la luz amarilla, la cual parecía un sol, pero en tamaño muy reducido.

Según me iba acercando, observaba que su brillo me impedía dirigir mi mirada directamente, por lo que decidí no mirarla, seguir el reflejo que dejaba. Cuando llegué a su altura, esa luz ya no era nociva para mis ojos, por lo que decidí mirar directamente a esa luz brillante. Era una botella, y su líquido amarillo se había tornado naranja. Miré a mí alrededor y observé que no había nadie. La cogí y me la metí en el bolsillo de mí pantalón.

Cuando llegué a la casa, subí las escaleras y me dirigí a mi habitación. No se escuchaba ni un solo ruido en la oscura casa y el perro había dejado de ladrar. Como no podía ver nada, saque la botella de mí pantalón y aproveché su luminosidad para dirigirme a mi habitación.

Al llegar a mí cuarto cerré mi puerta, y coloqué la botella encima de la cama; la habitación estaba completamente iluminada con el color anaranjado que tenía el líquido. Y observándola me quede absorto parte de la noche. En un lateral de la botella había una inscripción, y como apenas sabía leer, tuve que arriesgarme y me decidí a probarla.

Al descorcharla, el olor que desprendía era un aroma fresco, me recordaba a mi hogar, la casa donde vivía con mis padres, que aunque tenía que haberla abandonado, por el nacimiento de mi nuevo hermano, me seguía trayendo muy buenos recuerdos.

Cogí la botella y me la acerqué a la boca, estaba decidido a probarla y así lo hice. Cuando bebí no sentí nada extraño, me gustaba su sabor, pero…

Empecé a oír golpes, mí cabeza me dolía terriblemente y no podía ver nada. Todo estaba a oscuras y no sabía donde me encontraba. Distinguí algo en el lado izquierdo de lo que parecía ser una pared, lo apreté y se encendió una luz. –Joder, pero si acabo de apretar un interruptor, y tengo luz. Vaya, me he quedado “sopa” en el cuarto de baño.

No era la primera la vez que esto ocurría, el sueño se había apoderado de mí y había caído en un dulce y calido reposo.

-Salí del cuarto de baño y me dirigí hacía mi sitio. Las chicas me miraban recelosas, y se preguntaban de dónde podía venir. Zalix sonrió, pues sabía que me había quedado “sopilla” en los aposentos del baño de Catsa. Encendí el ordenador, porque se había quedado pillado, y…..

EL DURMIENTE.

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