ENLAPUTACALLE

Los satelukos hemos creado este blog para que todos podamos votar y seleccionar el mejor discurso de despedida, porque aquí sí podemos elegir. Ya sabéis que en el satélite cada día echan a un compañero, así que no perdáis la oportunidad de decir la última palabra. Que no nos gane la desidia. ¿Quién se atreve a romper el silencio?

Wednesday, April 19, 2006

GRACIAS POR DEJARME PARTICIPAR

En primer lugar quiero agradecerle la oportunidad que me ha brindado en el día de hoy para poder expresarle todo lo que siento en este momento.
Para continuar, también quiero que conste que si no hubiera sido por ustedes, nunca habría conocido como funciona una gran empresa. Mejor dicho una empresa. Bueno dejémoslo en como funciona, aunque a veces es difícil saber porque esto sigue a flote. Bueno, si que se puede saber. Y de hecho se lo voy a decir:
Si esta empresa sigue para adelante, a trancas y barrancas es gracias al capital humano que tiene. Y cuando hablo de capital humano no me refiero a sus directivos y directivas, ni a su departamento de personal ni a nadie que cobre más de 900 euros al mes. Supongo que sabe a quien me refiero, y si no lo sabe le refresco la memoria. Le estoy hablando de todos aquellos compañeros y amigos que han ido pasando por su despacho antes que yo. Y se de buena tinta que han sido muchos. Lo noto por la cantidad de muescas que tiene el filo de su mesa. Es usted una de esas personas que disfrutan haciendo lo que hacen.
A los jardineros les gusta cuidar sus jardines, a los artesanos vigilar que sus creaciones no tengan defecto alguno, a los cocineros que sus guisos no se quemen… a usted le gusta despedir a la gente. Se le nota en el brillo de sus ojos. Tiene la misma mirada que un cazador cuando esta a punto de cobrarse su presa. Disfruta del momento en que entrega la carta de despido. Ahora mismo lo estoy viendo y compruebo que es tal y como me lo dijeron aquellos que han pasado anteriormente por su despacho. La única pena que tengo en este momento, es haber estado aquí casi hasta el final. He ido viendo como poco a poco, todos mis camaradas han tenido que irse, como se han ido despidiendo de todos aquellos que íbamos aguantando, que leer todos sus discursos de despedida, a cual más auténtico, mas emotivo, mas hiriente para mi corazón. No, usted no sabe lo que eso. No sabe lo que es llorar con cada hasta siempre. El preguntarse el porqué de sus decisiones. La incertidumbre de no saber quien o quienes iban a ser los siguientes. En fin. Voy a dejar de lado mi rencor hacia usted y le voy a dedicar la mejor de mis sonrisas para decirle que pese a todo no le odio, le compadezco. Y quiero que sepa que me voy con todo el dolor de mi alma no por usted, ni por la empresa, ni siquiera por las cuatro buenas personas que aun quedan aquí. Siento pena por mi, por no haber sido yo el que se fuera antes de que ustedes hayan decidido echarme. Eso no me lo voy a perdonar nunca.


El último de Filipinas

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